Venezuela

Médicos cubanos chantajearon a sus pacientes en beneficio del régimen de Maduro

Se sabía que los médicos cubanos enviados a “cumplir misión” en Venezuela eran explotados, que les pagaban unos $200 dólares de los cerca de $4.000 mensuales que abona Caracas a La Habana por cada uno; que les retiraban los pasaportes y les prohibían salir de noche de sus hacinados albergues; que sus relaciones eran vigiladas. […]

Por Allan Brito
Médicos cubanos chantajearon a sus pacientes en beneficio del régimen de Maduro
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Se sabía que los médicos cubanos enviados a “cumplir misión” en Venezuela eran explotados, que les pagaban unos $200 dólares de los cerca de $4.000 mensuales que abona Caracas a La Habana por cada uno; que les retiraban los pasaportes y les prohibían salir de noche de sus hacinados albergues; que sus relaciones eran vigiladas. Y también había algunas evidencias, no muchas, de que en el “país hermano” eran compulsados a cumplir, a favor del régimen chavista, tareas políticas que nada tienen que ver con su perfil científico.

Por Redacción MiamiDiario

Ahora el diario The New York Times ha corroborado este último aspecto y ha revelado extremos insospechados de esa manipulación política, con un reportaje basado en 16 entrevistas con cooperantes cubanos de la salud y que el diario neoyorquino titula, en su versión en español, “Nicolás Maduro usó a médicos cubanos y a los servicios de salud para presionar a los votantes”.

Los profesionales cubanos de la salud, y otros, por lo general procuran estas misiones porque en el exterior tienen la posibilidad, a pesar del despojo salarial, de ganar más que en Cuba (el salario medio mensual en la isla es de unos $30 y el de los médicos, de unos $40). También les permiten cubrir necesidades de sus familiares y su hogar para las que sus honorarios cubanos no alcanzan; y hasta pueden enviar “pacotilla” a la isla para que sus seres queridos la revendan allá.

Pero hay un precio que pagar: La Habana pasa la cuenta por las ventajas de ser aceptado como “cooperante internacionalista”; y si el negarse a comulgar con la voluntad del gobierno dentro del territorio nacional puede ser castigado con la anulación política y, por ende, social y económica, la exigencia ─ el castigo─ es mayor para los que se olvidan de la “generosidad” de la revolución. Pueden ser repatriados y reasignados en Cuba a algún puesto médico remoto y mal pagado, sin oportunidades de avance profesional, ni político.

Esa Espada de Damocles sistémica que amenaza con convertir de la noche a la mañana a un profesional de éxito en una “no persona” es la que mueve a individuos relativamente ilustrados y conscientes de la ética que se espera de su profesión a envilecerla, prestándose incluso a violar el juramento hipocrático. Como en el caso del doctor Yansnier Arias, quien expresó al Times la náusea que todavía siente por haberle negado oxígeno a un anciano venezolano con insuficiencia cardíaca, porque “había que reservarlo como arma política” para la reelección de Maduro.

En este chantaje electoral, indica el Times, retenían también escasas vitaminas o medicamentos para enfermedades crónicas, ofreciéndolos después puerta por puerta o en sus consultas y advirtiendo a los beneficiados que si no votaban por Maduro o sus candidatos no los recibirían más. A veces se les entregaban a los cooperantes cédulas venezolanas falsificadas para inflar la votación.

El gobierno cubano rechazó las afirmaciones de los médicos de que fueron obligados a hacer estas campañas y conminados a amenazar a los pacientes con fines políticos en Venezuela, y recalcó la “tarea honorable” que han cumplido sus doctores en el mundo.

José Miguel Vivanco, director del programa para las Américas de la organización de derechos humanos Human Rights Watch lo ve de otro modo. Vivanco dijo al New York Times que “El gobierno cubano quiere asegurarse de que el régimen venezolano sobreviva y está dispuesto a hacer todo a su alcance para apoyar a Maduro”.

A los médicos cubanos todavía podrían pedirles que cumplan en Venezuela una tarea más ajena a su profesión: servir de carne de cañón en caso de un conflicto armado. Durante sus carreras se les exige aprobar una Cátedra Militar para poder graduarse. Y una vez en las misiones tienen la orientación de mantener una mochila lista por si llega el momento de movilizarlos como combatientes, como hiciera Fidel Castro con los constructores cubanos de un aeropuerto estratégico en Granada en 1983.

Habrá que ver si el miedo-ambiente en que se crece en la isla y que ha inclinado a los cooperantes médicos a prostituir su profesión como describe el New York Times, conseguirá que, llegado el momento de la verdad, también se plieguen a aquel lema militar de que “las órdenes se cumplen y no se discuten”.

 

 

Con información de nota de prensa

 

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