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Pedro Corzo: Putin, el del juicio final

En todos los barrios hay sujetos que se creen más valientes que el resto de sus vecinos y para demostrarlo, están constantemente en una campaña de intimidación, que, aunque cueste trabajo reconocerlo, tiende a dar frutos, situación que se presenta con frecuencia en cualquier rincón del mundo. Los regímenes de fuerza tienden a usar las […]

Por Allan Brito
Pedro Corzo: Putin, el del juicio final
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En todos los barrios hay sujetos que se creen más valientes que el resto de sus vecinos y para demostrarlo, están constantemente en una campaña de intimidación, que, aunque cueste trabajo reconocerlo, tiende a dar frutos, situación que se presenta con frecuencia en cualquier rincón del mundo.

Los regímenes de fuerza tienden a usar las intimidaciones con gran prodigalidad, y a veces, como refleja un viejo refrán, “la sangre llega al rio”. En el presente tenemos agresores de oficio, gobiernos que tienden a chantajear a sus vecinos sin ningún tipo de consideración, como se aprecia en los discursos y prueba de misiles del tirano de Corea del Norte o las amenazas reiteradas del mandarín chino, Xi Jinping, contra la democracia taiwanesa.

Estos regímenes se presentan como victimas cuando en realidad son agresores, un rol que ha cumplido satisfactoriamente el zar, Vladimir Putin con su agresión a Ucrania que, aunque no ha sido exitosa como esperaban, ha causado grandes perjuicios en los predios de Kiev como de Moscú.

Sin embargo, hay algo en esta “operación militar especial”, según algunos medios de prensa en Rusia no se puede identificar como guerra, que me ha llamado grandemente la atención y son las advertencias provenientes del Kremlin de estar dispuesto a usar armas nucleares si vislumbra una amenaza nuclear para su país, una situación que el país agredido, Ucrania, ni puede considerar por no poseer armamento atómico, así que por lo tanto, es un intento de chantaje contra las democracias occidentales, algunas de las cuales tienen recursos bélicos para que vayamos seleccionando nuestro defensor en el juicio final.

Las amenazas del autócrata ruso de usar armas nucleares, ultimátum que hasta sus fieles cancerberos usan con frecuencia, me han hecho recordar un guapo que había en mi barrio, El Condado, Santa Clara y también la canción de “Pedro Navaja”, un infeliz depredador que una pobre prostituta, en sus postreros segundos, logró eliminar.

Recuerdo aquel adolescente bravucón. Cuando lo veíamos, muchos de nosotros sentíamos un escalofrió en la espina dorsal, aquello era realmente desagradable, confieso que no podía evitarlo, hasta que un día, empujado por el miedo que me consumía nos caímos a trompones, pelea en la que él, para sorpresa mía, se llevó la peor parte, recuerdo, tendríamos once o doce años. La alegría me la ensombreció un robusto y heroico policía que nos vio pelear, se puso tan furioso, que me propinó un rotundo galletazo que jamás podré olvidar y que causó que mi madre enfurecida por el abuso, hiciera la denuncia en la jefatura de policía.

Putin, cuenta con armas nucleares, pero tiene los pies de barro como el guapo de mi barrio. Por mucho que alardee, su país, ninguna nación del mundo, soportaría un conflicto nuclear porque la destrucción de todos está mutuamente asegurada como dijera Henry Kissinger.

Al parecer, el déspota, heredero de la voluntad destructiva del soviet moscovita, no ha aprendido la lección que le ha dado Ucrania. El pueblo ucraniano ha hecho gala de un heroísmo notable. No solo ha defendido con éxito sus predios, sino que ha incursionado en territorio ruso infringiéndole grandes daños.

El coronel de la KGB, igual que un oficial de la Gestapo, está dispuesto a colocar al mundo al borde de una guerra nuclear. Sus amenazas son constantes, en su afán de chantajear a occidente sitúa a la humanidad en una posición peligrosa, porque nadie puede asegurar que uno de los muchos amenazados, ante el temor de recibir el primer golpe, el más mortal, decida encajarlo antes.

Me he percatado que muchos amigos, aunque no lo comentan públicamente, ni es el tema primario en conversaciones, tienden a expresar que les preocupan las amenazas del amo del Kremlin, y es que son tan reiterativas que es imposible hacer oídos sordos a las mismas.

Particularmente de todas esas declaraciones la que más negativamente me ha impactado fue la de Dimitry Peskov, portavoz del Kremlin, quien manifestó “Rusia sólo usará armas nucleares en Ucrania si se enfrenta a una amenaza existencial”, un comentario que deja abierta un sinnúmero de causas probables para que Rusia, la victima del Capitalismo, y la OTAN, inicien una tercera guerra mundial de la que, según expertos, no habría regreso.

Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714
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