Opinión, Política

Antonio A. Herrera-Vaillant: País en el linbo

Venezuela vive hoy en un limbo. Sus ciudadanos – dentro y fuera del país – en una especie de estado de suspensión animada, esperando un desenlace o resolución que les permita reanudar una existencia normal. Por Antonio A. Herrera-Vaillant El régimen y sus partidarios en estado vegetal, sumidos en su propia mediocridad. Ineptos para otra cosa […]

Por Allan Brito
Antonio A. Herrera-Vaillant: País en el linbo
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Venezuela vive hoy en un limbo. Sus ciudadanos – dentro y fuera del país – en una especie de estado de suspensión animada, esperando un desenlace o resolución que les permita reanudar una existencia normal.

Por Antonio A. Herrera-Vaillant

El régimen y sus partidarios en estado vegetal, sumidos en su propia mediocridad. Ineptos para otra cosa que el pillaje y la matonería, con un horizonte existencial que se les estrecha a diario, y con opciones cada vez más limitadas.

Fuera de algunos torpes y sanguinarios brotes represivos y varios zarpazos terroristas a nivel internacional, se van hundiendo inexorablemente en su propio pantano moral e intelectual.

El régimen no pasa de ser una bestia bruta apuntalada por materia gris cubana y fusiles mercenarios, todos colgados de una industria petrolera a punto de extinción. Su relativo dominio – en medio de una anarquía y desidia generalizada – se debe a las neuronas que les prestan desde una isla fosilizada y sin futuro, a la que ya pronto no podrán seguir oxigenando.

Los estratos populares mueren de mengua, aferrados a las escasas dádivas que les tiran los carceleros de la nación, buscando migrar los más imaginativos. Y todos esperando que pase algo.

Sin embargo, Venezuela aún cuenta con un amplio, variado y enraizado movimiento cívico y democrático, que en ningún momento de los últimos 20 años ha aceptado, ni aceptará la monstruosa aberración impuesta por un puñado de uniformados sin moral, patriotismo, decencia ni escrúpulos, siempre acompañados de una fauna de parásitos vendepatria disfrazada con trapos rojos y al servicio de otro país.

Ese movimiento democrático, desprovisto de armas y encabezado por un legítimo poder legislativo, no ha dejado de resistir por un solo instante, manteniendo una unidad fundamental de propósitos democráticos más allá de cualquier divergencia ideológica y de cualquier disonancia desde los inevitables extremos.

La permanente denuncia y resistencia por parte de la Venezuela decente y democrática ha contribuido decisivamente al acorralamiento del régimen, privándole de aliados y opciones, por más que a cada tanto le aparezcan algunos cómplices que poco podrán hacer por sacarlo del marasmo.

¿Cuándo se saldrá de este limbo? La pauta también la va marcando el propio régimen a punta de errores y tropiezos. Su descarada complicidad en los recientes brotes terroristas a lo largo de Latinoamérica es uno de los peores errores cometidos en su perenne huida hacia adelante. Gota a gota van colmando la copa. Hasta que un buen día, cuando menos se lo esperen, una gota inesperada terminará derramando la copa.

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