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Heat se refuerza hasta los dientes en busca del campeonato de la NBA

Durante los playoffs, los campeones Milwaukee Bucks borraron de la cancha a Miami Heat en cuatro partidos sin sufrir ni siquiera un rasguño en su camino de redención respecto a la burbuja de Orlando. En ese entonces, no sabíamos dos cosas: la primera, que Giannis Antetokounmpo y compañía estaban en plena misión hacia el trofeo […]

Por Allan Brito
Heat se refuerza hasta los dientes en busca del campeonato de la NBA
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Durante los playoffs, los campeones Milwaukee Bucks borraron de la cancha a Miami Heat en cuatro partidos sin sufrir ni siquiera un rasguño en su camino de redención respecto a la burbuja de Orlando.

En ese entonces, no sabíamos dos cosas: la primera, que Giannis Antetokounmpo y compañía estaban en plena misión hacia el trofeo Larry O’Brien. La segunda, que Erik Spoelstra no iba a encontrar soluciones ni caminos para edificar una pirámide de esfuerzo que empate lo sucedido en las instalaciones de Disney, reportó ESPN.

Jimmy Butler no estuvo tan punzante, Tyler Herro fue una sombra del jugador-revelación que alguna vez supo ser, Bam Adebayo pasó de tigre a gato doméstico, Goran Dragic regresó a la normalidad y Jae Crowder ya no tenía domicilio en Miami. Causas de la derrota fueron varias.

Y las consecuencias empezaron a encontrarse con los movimientos llevados a cabo en la agencia libre.

La cultura Heat del esfuerzo, el trabajo, la dedicación y el compromiso, encuentra ahora en Kyle Lowry su pieza perfecta para formar un cancerbero de varias cabezas en función de una idea principal. Defensa, sacrificio y espíritu de equipo.

Pat Riley sabe que este grupo, hecho a su imagen y semejanza, tiene todo para hacerlo sentir orgulloso: con solo mirar el roster, provoca temor enfrentar al Heat.

Buena combinación de talento en ataque pero una pesadilla en defensa. Importante viajar con analgésicos cuando el calendario dicte visita en el American Airlines Arena.

El Heat es un equipo especialista en recuperar el poder de jugadores olvidados. Pasó tiempo atrás con Goran Dragic -hoy parte del traspaso con Toronto por Lowry- y también ocurrió en 2019-20 con Butler, quien encauzó su comportamiento de básquetbol callejero para ser pieza de culto en el equipo finalista de la burbuja de Orlando.

Para que llegue Lowry, leyenda procedente de los Raptors, a cambio de tres años y 90 millones de dólares de contrato, el Heat tuvo que desprenderse de Dragic y de Precious Achiuwa en una movida arriesgada por la poca flexibilidad salarial con la que contaba el equipo en este verano pandémico.

Lo cierto es que el esfuerzo para comprometer a Lowry es un paso adelante en estas tierras. Quitemos el encastre de la cultura Heat y veamos lo concreto: Lowry puede jugar mejor sin el balón que Dragic, tira mejor al aro y defiende con más intensidad. Es un base, además, que arriba en baja, con hambre de retornar a los primeros planos de la NBA, y con compañeros con sangre caliente para conseguirlo.

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