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¿Sabes qué es el síndrome de Hikikomori?

Hikikomori es una palabra japonesa que surgió en 1998. Viene de hiki = retirarse y komoru = entrar. Designa tanto a quien lo padece como al síndrome. Se trata de personas que deciden apartarse y recluirse por meses o años en una habitación, sin contacto con la familia, ni amigos, ni vida laboral o social. […]

Por Allan Brito
¿Sabes qué es el síndrome de Hikikomori?
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Hikikomori es una palabra japonesa que surgió en 1998. Viene de hiki = retirarse y komoru = entrar. Designa tanto a quien lo padece como al síndrome. Se trata de personas que deciden apartarse y recluirse por meses o años en una habitación, sin contacto con la familia, ni amigos, ni vida laboral o social.

En un mundo de estrés e hiperconectado, vivimos pendientes de las redes sociales, a la espera de un like, de un comentario en Facebook, o en Instagram. Dialogamos por WhatsApp, y buscamos entretenernos con la televisión, series, películas o videojuegos. Las nuevas tecnologías han zanjado gradualmente una brecha cada vez mayor con el contacto social.

El aislamiento extremo es un trastorno psicopatológico que afecta especialmente a los adolescentes o jóvenes que deciden apartarse del mundo encerrándose en una habitación de su casa durante un tiempo indefinido.

Hasta hace poco se lo relacionaba solamente con jóvenes japoneses, pero ya está claramente extendido en Estados Unidos, varios países de Europa y Sudamérica.

El 73% de casos son varones

No hay estadísticas muy certeras porque tanto a la familia como al paciente les cuesta reconocer la patología. Sin embargo, se cree que afecta más a los hombres que a las mujeres. Se lo relaciona con decepciones por conflictos familiares, personales o sociales, problemas de ansiedad, agorafobia, timidez, miedos, o víctimas de bullying.

El Dr. Víctor Pérez Solá, en un estudio realizado en el Instituto Neuropsiquiátrico del Hospital del Mar de Barcelona, detectó un 73% de casos en varones de edad promedio treinta y seis años y el resto en mujeres de edad media superior a cincuenta y uno.

La familia, por lo general, cree que es algo transitorio, sobre todo en los adolescentes, y no consultan. Por eso es más difícil establecer un tratamiento. Al aparecer en forma gradual lo toman como un hábito típico de la edad, igual que el rechazo a bañarse. Le empiezan a llevar la comida al cuarto o lo dejan que pida deliverys, los ven aumentar de peso, cambiar de carácter, perder amistades, pensando en que todo pasará.

Síntomas

Es importante prestar atención cuando aparecen estos síntomas:

> Pasar todo el tiempo en su casa o en una habitación, incluso encerrarse con llave.

> Rechazar cualquier encuentro social, laboral o académico.

> Baja autoestima.

> Tendencia a la depresión.

> Sobrepeso.

> Insomnio y horarios alterados, con mayor actividad durante la noche

> Abandono del cuidado personal y hábitos saludables con respecto a la actividad física y la alimentación.

El aislamiento es cada vez mayor porque son objeto de burlas, se recluyen, no hablan, viven en medio de la basura que ellos mismos generan. A veces el bullying es el detonante. Tener un hikikomori en la familia es algo vergonzoso.

Efecto post pandemia

Esta patología se ha extendido hoy a adultos mayores que deciden quedarse en su casa. El efecto post pandemia ha hecho estragos en la vida social y es un ejemplo de Hikikomori.

La pandemia: vivencias y reflexiones, editado por Mundiediciones, escrito a principios del 2020:

“Hace más de cien días que estoy conmigo. Nos llevamos mejor que nunca. No digo que ni un sí ni un no. Tenemos nuestros enfrentamientos. Pero nos escuchamos, nos perdonamos cosas que antes nos exigíamos, nos gustamos y la pasamos bien. Lo bueno es que tenemos el mismo sentido del humor. Porque no hay nada peor que vivir con alguien que se ríe de cosas distintas. Hasta coincidimos en las elecciones literarias.”

Las personas de más de sesenta años que antes no eran hábiles con la informática, debieron aprender a hacer trámites online, comunicarse por WhatsApp, hacer home office, distraerse con las publicaciones de Facebook, compartir con un clic aquello con lo que se ven identificados, ver sin parar series en Netflix, o vivir la vida a través de la televisión.

Las herramientas modernas para mejorar la comunicación empezaron a tener efectos contradictorios: cuando la edad avanza hay una tendencia a quedarse en la zona de confort, sentirse más seguros en casa porque afuera —demostrado está— todo es peligro, enfermedad y muerte. Mejor no exponerse. Vivir para adentro. Se convierten en un hikikomori ancianos.

 

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