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Israel fabrica guantes y mascarillas con cobre por sus propiedades antivirus

Antes de que los humanos supieran qué eran las bacterias y los virus, ya utilizaban el cobre para curar infecciones. En China era apodado “ki”, el símbolo de la salud. Por redacción MiamiDiario En Egipto se referían a él como “ankh”, el símbolo de la vida eterna. Los fenicios lo tenían por un sinónimo de […]

Por Allan Brito
Israel fabrica guantes y mascarillas con cobre por sus propiedades antivirus
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Antes de que los humanos supieran qué eran las bacterias y los virus, ya utilizaban el cobre para curar infecciones. En China era apodado “ki”, el símbolo de la salud.

Por redacción MiamiDiario

En Egipto se referían a él como “ankh”, el símbolo de la vida eterna. Los fenicios lo tenían por un sinónimo de Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Y en 2020, con la irrupción de la pandemia global del covid-19, algunos en Israel querrían llamarlo “el matavirus”, reportó Elconfidencial.

La epidemia, que ha dejado hasta la fecha casi 2,5 millones de infectados y 166.000 fallecidos, ha revivido el interés por las propiedades antimicrobianas y antivíricas del cobre casi 5.000 años después de que se dejara constancia de su primer uso médico en el Papiro Smith, fechado en Egipto entre el 2.600 y 2.200 a. C.

En él se describe el uso virutas de cobre y bronce (una de sus aleaciones) como desinfectantes de heridas abiertas. El uso de vasos de cobre durante milenios en India para purificar el agua muestra que las propiedades beneficiosas del elemento se conocen, aunque la causa era atribuida a motivos más o menos esotéricos.

“Y yo me pregunto por qué las propiedades antimicrobianas del cobre, ahora claramente probadas por la ciencia, son ignoradas en la medicina y prevención”, se lamenta Jeff Gabbay, un ingeniero textil israelí y bioquímico especializado en infectología. Claro que Gabbay es parte interesada. Trabajó en telas militares y en los años noventa se pasó a las telas médicas con el cobre como elemento estrella.

En los últimos dos meses su fábrica, Argaman, en Jerusalén, está haciendo horas extra en la producción de mascarillas y guantes con partículas de cobre que vende por el mundo para hacer frente a la demanda de material de protección sanitaria contra el coronavirus.

El científico explica que desarrolló su tela para reducir el contagio de microbios en hospitales a través de la ropa de cama y vestimenta de sanitarios: el invento es una fibra de algodón a la que se le introducen, a través de ondas de ultrasonido, partículas de cobre a una gran velocidad, de entre 6.000 y 15.000 bits por segundo.

En cuanto estalló el actual brote de Covid-19, las batas y sábanas se dejaron a un lado y todo el esfuerzo se ha dirigido hacia las mascarillas y los guantes. “El resultado es un tejido que protege a la persona y a las de su alrededor porque se autoesteriliza”, explica Gabbay.

El químico Lior Zelikovitch confirma que se sabe desde hace miles de años que los elementos del cobre no permiten que se desarrollen las bacterias, porque crea una especie de película que impide que se procreen, pero no lo encuentra particularmente emocionante, “porque el cobre no te lo comes ni te lo bebes, no es una cura”, señala.

Prevenir antes que curar

“Lo que yo desconocía es la técnica del uso del cobre en telas”, confiesa. Y explica el mecanismo detrás de sus propiedades antivíricas: “Cuando ese elemento se oxida, efectivamente sus iones se activan, los iones son partículas cargadas eléctricamente, y al entrar en contacto con materiales orgánicos, específicamente bacterias o virus, las destruyen porque dañan su membrana externa. Yo no sé si esas telas funcionan correctamente, pero no creo que empeoren las cosas”.

El inventor Gabbay se exalta precisamente al tratar el argumento de la cura: “La cura es fundamental, pero ¿cómo es que el mundo científico está tan ciego a la prevención? Los hospitales son centros de curación, y lo que quiero evitar es que sean también centros de propagación de enfermedades”, enfatiza.

El biólogo especialista en virología Gil Amitai, del Instituto Weizmann en Israel, corrobora el efecto autoesterilizador del cobre y de sus aleaciones. “Sí, los virus y bacterias en una superficie pueden aguantar varios días, sin embargo, sobre superficies de cobre mueren, en una hora o antes. Por eso usamos placas de cobre en los laboratorios”.

Desde el siglo XIX varios estudios han concluido que el cobre es capaz de destruir los microbios que más amenazan nuestras vidas. Es más, los análisis más novedosos señalan que sobre superficies de cobre los norovirus, MRSA, cepas virulentas de E. coli y también la cepa SARS-CoV2 que causa la actual pandemia no sobreviven más que unos minutos.

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