Comienza la cuenta regresiva para la Nochebuena, una de las celebraciones más especiales y emotivas del año. Para muchos significa fiestas y comidas, mientras que otros se enfocan en las tradiciones que mantienen viva la ilusión de los más pequeños de la casa.
Las calles se llenan de luces y colores, la música por doquier al igual que los detalles familiares. Los niños empiezan a pensar en sus cartas para Santa Claus que promete los obsequios más deseados a quienes fueron buenos durante el año. Pero no es la única dinámica popular durante estas festividades.
Los elfos o duendecillos se hacen notar de una manera especial con una de las tradiciones más emblemáticas y divertidas en Estados Unidos. Se trata de “Elf on the Shelf”, o Elfo en el estante, un guiño a estos personajes de estatura pequeña, con poderes especiales y una vestimenta muy colorida.
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Con el tiempo se han convertido en una pieza importante de la decoración navideña. Algunos los prefieren en la cima del árbol, otros como un detalle colgado en la puerta o como marco de un portarretrato. Sin embargo, cobran un significado especial con la tradición decembrina.
“Elf on the Shelf” es una práctica basada en la historia contada por las escritoras Carol V. Aebersold y Chanda Abell en su bestseller “The Elf on the Shelf: A Christmas Tradition”. La idea de los duendecillos que cobran vida y vigilan a los niños de la casa para reportar a Santa Claus se popularizó y pasó a ser un ritual para muchas familias.
En el libro de 2005, sus autoras contaban la historia de un elfo explorador que se escondía en las casas para la época navideña, pero el personaje tenía cualidades especiales, como ir y venir del Polo Norte para reportar el día a día de los niños “vigilados”. Así a la mañana siguiente volvía a casa en un lugar distinto y oculto para los pequeños. La magia de este personaje se mantenía con el amor de la familia que incluso le daba un nombre.
La ficción se hizo realidad y ahora muchos acostumbran a tener a las figuras de los ayudantes de Santa por varios rincones de la casa, moviéndolos de posición o lugar para hacer creer a los más pequeños que efectivamente son vigilados y deben portarse bien para recibir los regalos deseados para Navidad.
Elfo en el estante se inspira en el famoso libro de Carol V. Aebersold y Chanda Abell. Foto: Freepik
Unos duendecillos traviesos
La imaginación no tiene límites en esta tradición. Las figuras de elfos son los protagonistas de esta divertida actividad que une más a la familia en esta época. Eso sí, tiene ciertas reglas que se deben seguir para que no pierda su esencia.
Una de ellas es no tocarlos. Los pequeños de la casa tienen totalmente prohibido moverlos o manipular a los elfos en caso de toparse con alguno. Los “Elf on the Shelf” no pueden hablar pero sí pueden escuchar, por lo que los niños podrán susurrarle sus secretos aunque no podrán tocarlos ya que así solo perderán la magia.
Cada elfo explorador “regresará” al Polo Norte donde informará las novedades sobre el comportamiento de los pequeños. Pero a su regreso nunca estará en el mismo lugar, un reto a la creatividad de los padres quienes deberán buscarle una nueva locación cada día sin que los niños se percaten.
En caso de que alguno toque al duendecillo, deberá admitirlo en la carta a Santa Claus para que este considere si traer o no los regalos deseados. El 25 de diciembre, último día de la Navidad, “Elf on the Shelf” suele desaparecer de casa para partir al Polo Norte.
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Los mejores sitios para esconder a “Elf on the Shelf”
Navidad es la época por excelencia de la alegría, el color y la unión familiar. Los padres también ponen a prueba a su niño interior con este divertido juego que reta la imaginación de los más pequeños. Las opciones para ubicar a los elfos dentro de la decoración navideña son innumerables, así que te brindamos varias ideas muy originales.
Un elfo puede verse sosteniendo el micrófono de karaoke que muchos ubican en el salón familiar. Hay quienes realizan un adorno con cartulina y dejan el rostro del duendecillo a la vista aunque camuflajeado en el árbol navideño. “Elf on the Shelf” también se esconde en la cocina entre los artefactos eléctricos desde la batidora, la licuadora o el microondas.
Aquellos más creativos llevan la tradición a otro nivel, escondiendo caramelos o dulces debajo de vasos o en algún lugar de la casa para simular que el divertido ayudante de Santa los trajo del Polo Norte ¡Jo Jo Jo!
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