Opinión, Política

Eduardo Montalvo: ¡Comunistas, go home!

Yo no me explico cómo es posible que una persona venga a los Estados Unidos huyendo de regímenes comunistas y apenas se nacionaliza vote por los demócratas. La única explicación posible es que ellos sufren del Síndrome de Estocolmo. Por Eduardo Montalvo Este síndrome es una condición psicológica en la cual una víctima de secuestro […]

Por Allan Brito
Eduardo Montalvo: ¡Comunistas, go home!
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Yo no me explico cómo es posible que una persona venga a los Estados Unidos huyendo de regímenes comunistas y apenas se nacionaliza vote por los demócratas. La única explicación posible es que ellos sufren del Síndrome de Estocolmo.

Por Eduardo Montalvo

Este síndrome es una condición psicológica en la cual una víctima de secuestro desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su captor. Sucede con frecuencia a personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, como por ejemplo, el abuso al que someten los comunistas a nuestros pueblos.

Este síndrome se ha apoderado de las mentes de muchos venezolanos que llegan pidiendo asilo y, una vez naturalizados, no lo piensan dos veces para votar por la Izquierda. Esto es sencillamente deleznable y me recuerda al perro que muerde la mano que lo alimenta.

Pero, este síndrome no sólo ha infectado las mentes de muchos venezolanos, sino que también afecta las mentes de muchos cubanos que siguen soñando con la resurrección de Fidel Castro.

Estos “comuyanquis” viven en nuestro país sólo en cuerpo, mientras disfrutan y usufructúan las bondades del Capitalismo, pero sus mentes siguen encadenadas al Comunismo Cubano, el cual llevan imbuido indeleblemente en su ADN. Apenas pueden, se largan a Cuba a disfrutar de su botín en el “paraíso comunista”, donde, a pesar de la miseria y la opresión imperantes, son felices.

Al parecer, todos los que han sido abusados por los gobiernos comunistas no se escapan de sufrir de este síndrome. Es una relación que se debate entre el amor y el odio, entre la caricia y el cipotazo.

Yo rechazo que estos comunistas importados vengan, por un lado, a sentarse a comer en nuestra mesa, y por el otro nos den una puñalada por la espalda al traer consigo la mortal toxina del Comunismo.

Si ellos salieron huyendo del Comunismo, lo menos que pueden hacer es apoyar al Partido Republicano para evitar que los Estados Unidos se conviertan en lo mismo que se han convertido sus países, es decir, en una piltrafa.

Estos desagradecidos deberían vacunarse antes de emigrar contra el virus del Comunismo para evitar traer consigo esa fatal enfermedad a nuestra nación. Y, si no quieren hacerlo, entonces, les convido cordialmente a que se queden en donde están, porque aquí no hacen falta.

Los Estados Unidos de América necesita de personas dispuestas a defender nuestros valores morales y nuestro sistema capitalista. Lo menos que necesitamos son maliciosos y perniciosos comunistas tercermundistas. Con los comunistas que tenemos aquí, en el Partido Demócrata, nos basta y nos sobra.

305-417-0143

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