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Malas palabras, grandes mentes: El arte de las groserías según la ciencia

Decir palabrotas no es tan malo como parece.

Por Alberto De Freitas
Malas palabras, grandes mentes: El arte de las groserías según la ciencia
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La creencia de que decir palabrotas es señal de poca inteligencia y falta de educación, la han inculcado durante generaciones. Por esa razón, muchas personas ni siquiera pueden pronunciar una grosería en un momento de gran molestia.

Aunque se trata de una costumbre adoptada desde hace tiempo, quienes piensan que decir malas palabras es negativo, podrían estar completamente equivocados. De hecho, la ciencia tiene una respuesta muy distinta y asocia esta costumbre con la inteligencia.

Según los resultados de diversos estudios realizados a través de los años, investigadores descubrieron que utilizar un lenguaje grosero puede ser un indicador de superioridad verbal.

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Timothy Jay, profesor emérito de psicología del Massachusetts College of Liberal Arts, investigó el tema durante más de cuatro décadas. Por eso, afirma que son muchas las ventaja de utilizar este lenguaje. Los beneficios fueron descubiertos gracias a los estudios del cerebro, la tecnología para analizarlo y las emociones en general.

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Hombre gritando palabrotas al aire – Foto: Referencial

A pesar de estos hallazgos, el tema de las palabrotas sigue siendo tabú para muchos. Sin embargo, gracias a diversos estudios reseñados por CNN, este tipo de lenguaje puede ser sinónimo de inteligencia, autocontrol y creatividad.

¿Signo de inteligencia?

Un estudio realizado en 2015 reveló que las personas con un amplio vocabulario y buenas habilidades verbales, eran mejores a la hora de inventar groserías.

Los participantes del estudio fueron solicitados a enumerar la mayor cantidad de palabras que comenzaran con las letras F, A y S en un minuto. También se les indicó expresar groserías bajo las mismas indicaciones.

Se descubrió que aquellos que generaban más palabras con las letras propuestas, eran también los que más palabrotas decían.

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Estudios publicados en 2017, consiguieron una relación entre el uso de blasfemias y la honestidad – Foto: Referencial

Según Jay, esto puede considerarse un signo de inteligencia en tanto el lenguaje está correlacionado con la capacidad intelectual. Las personas hábiles con las palabras también tienen una mayor habilidad para generar un vocabulario soez.

Además, el uso de este lenguaje puede estar relacionado con la inteligencia social, ya que implica saber cuándo y dónde es apropiado utilizarlas. Una habilidad cognitiva sofisticada similar a elegir la vestimenta adecuada para cada ocasión.

Otros beneficios

Las investigaciones no pararon allí. Otros estudios publicados en 2017, consiguieron una relación entre el uso de blasfemias y la honestidad. Determinando que aquellos que más palabras vulgares usaban, también tenían tendencia a mentir menos.

Por otra parte, también consiguieron evidencia que usar este tipo de palabras ayuda con la resistencia al dolor. Los investigadores hallaron que las personas que decían palabrotas mientras realizaban una actividad física intensa, aumentaban su capacidad de soportar las aflicciones.

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El tema de las palabrotas sigue siendo tabú para muchos – Foto: Referencial

En ese sentido, el psicólogo Richard Stephens aseguró que maldecir desencadena una respuesta emocional en el organismo, que a su vez activa una respuesta de estrés leve. Esto tiene un efecto analgésico en el cuerpo, que reduce la sensibilidad al dolor.

En cuanto a la creatividad, los científicos aseguran que decir palabrotas está asociado a la actividad del hemisferio derecho del cerebro, que es donde se aloja la creatividad.

Finalmente, decir groserías también es una manera efectiva de liberar estrés y evitar una confrontación física. Maldecir se convierte en una forma de agresión remota, que ofrece la oportunidad de expresar sentimientos de manera rápida y potencialmente evitar repercusiones.

Si bien estos hallazgos pueden cambiar la forma en que percibimos el lenguaje soez, no significa que debamos utilizarlo sin restricciones en cualquier contexto o sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Sin embargo, la próxima vez que te escape una palabrota sin querer, recuerda que, después de todo, eres humano.

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