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Exnuncio de EEUU Carlo Maria Viganò pidió a estadounidenses votar por Trump

El exnuncio del Vaticano en Washington Carlo Maria Viganò ha pedido abiertamente el voto por Donald Trump que se presenta a la reelección el próximo mes de noviembre. Por redacción MiamiDiario Parece que atrás quedan los tiempos en que el obispo vio su traslado a los Estados Unidos como un destierro de los palacios del […]

Por Allan Brito
Exnuncio de EEUU Carlo Maria Viganò pidió a estadounidenses votar por Trump
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El exnuncio del Vaticano en Washington Carlo Maria Viganò ha pedido abiertamente el voto por Donald Trump que se presenta a la reelección el próximo mes de noviembre.

Por redacción MiamiDiario

Parece que atrás quedan los tiempos en que el obispo vio su traslado a los Estados Unidos como un destierro de los palacios del interior de la muralla leonina, ya que Viganò ha seguido con interés la campaña del candidato republicano durante los últimos meses, con cartas de aprecio mutuo incluidas con el presidente Trump, reportó Adelante la Fe.

“Trump se está preparando para luchar contra las fuerzas demoníacas del estado profundo”, es la motivación principal que lleva al arzobispo Viganò a apoyar al candidato republicano.

Viganò señala que “las elecciones presidenciales de noviembre representan un desafío epocal, un desafío bíblico, cuyo resultado será decisivo no sólo para los Estados Unidos sino para el mundo entero”.

Incluso Viganò escribió una carta en favor de Trump

El 14 de agosto de 2011 Benedicto XVI me comunicó que estaba convencido de que en aquel momento mi puesto providencial estaba en la nunciatura ante los EE.UU. Me escribió lo siguiente: «Quisiera expresarle que he reflexionado y rezado con respecto a su situación después de los acontecimientos más recientes. La dolorosa noticia del fallecimiento de S.E. monseñor Pietro Sambi me ha reafirmado en la convicción de que el puesto providencial para V.E. en este momento está en la nunciatura ante los Estados Unidos de América. Por otra parte, tengo la certeza de que su conocimiento de sus conocimientos sobre ese gran país lo ayudarán a afrontar el exigente desafío que supone dicha misión, que en muchos sentidos resulta determinante para el futuro de la Iglesia Universal».

Aunque mi misión oficial en aquel inmenso país al que tanto quiero ya terminó, aquel desafío al que el papa Benedicto aludió de forma casi profética y en el que me había empeñado, sigue más en pie que nunca. De hecho ha adquirido caracteres más vivos y alcanzado una magnitud impresionante: en este momento el destino del mundo se decide en el frente estadounidense.

Libre ya de mi cargo oficial, la motivación que me confió el papa Benedicto permite que me dirija al presidente Trump con la máxima libertad, poniendo de relieve cuál es su misión en el contexto nacional e internacional, y hasta qué punto es decisiva su misión en el enfrentamiento de proporciones épicas que está delineándose en estos meses.

¿En serio? ¿Tiene proporciones épicas?

La Santa Sede se ve asaltada hoy en día por fuerzas enemigas. Hablo como obispo, como sucesor de los Apóstoles. El silencio de los pastores es ensordecedor e inquietante. Algunos incluso prefieren apoyar al Nuevo Orden Mundial sumándose a la postura de Bergoglio y el cardenal Parolin, asiduo participante en las reuniones del Club Bilderberg que se ha sometido servilmente a los dictados de éste al igual que muchas figuras de la política y de los medios mayoritarios de comunicación.

Tengo el convencimiento de que todo lo que denuncié en la carta abierta que dirigí en junio al presidente Trump sigue vigente y puede ser la clave para entender los sucesos a los que estamos asistiendo. Sigue siendo una invitación a la esperanza.

¿Por qué ha organizado un rosario por Trump?

Muchos me han pedido que emprenda esta iniciativa y no he vacilado en aceptar, haciéndome adalid de esta cruzada espiritual. Estamos en una guerra sin cuartel en la que Satanás ha sido liberado de sus cadenas y en la que las puertas del Infierno intentan a como dé lugar prevalecer sobre la propia Iglesia. Una contradicción similar se afronta ante todo con la oración, con el arma invencible del Santo Rosario.

La participación activa de los católicos en la política, bajo la guía de sus pastores, es la acción concreta que pueden llevar a cabo como ciudadanos y como miembros del Cuerpo Místico de Cristo y del cuerpo de la sociedad. El católico no es un ser aislado que en la iglesia cree que Dios es autor y Señor de la vida y luego en las urnas o en el parlamento aprueba que se asesine a niños inocentes.

Esta acción de orden natural se apoya –debe apoyarse– en que los asuntos humanos, y junto con ellas el acontecer social y político, tienen una dimensión espiritual trascendente en la cual es siempre determinante la intervención de la Divina Providencia. Por ese motivo, el católico no se aísla del mundo, no huye de la palestra política esperando pasivamente que el Señor intervenga con rayos y truenos. Por el contrario, aporta un sentido a su obrar diario, a su cometido en la sociedad dotándolo de alma y de una meta sobrenatural.

En este sentido, la oración invoca al Señor del mundo y de la historia para pedirle la gracia y el auxilio especial que sólo Él puede dar tanto a la acción del ciudadano de a pie como a la labor del gobernante. Y si aun reyes paganos pudieron ser en otros tiempos instrumentos para el bien en manos de Dios, también hoy puede ser así en un momento en que la bíblica batalla entre los hijos de las tinieblas y los hijos de la luz ha llegado a un punto culminante.

¿Qué pueden esperar los católicos del mundo en caso de que pierda Trump?

Si Trump pierde las elecciones presidenciales, caerá el último katejón (2 Ts.2, 6-7), es decir lo que impide que se manifiesten el misterio de iniquidad. Entonces la dictadura del Nuevo Orden Mundial tendrá un aliado en el nuevo presidente de EE.UU., tras haberse conquistado para su causa al propio Bergoglio.

Joe Biden no tiene consistencia propia; no es sino la expresión de un poder que no se atreve a manifestarse tal cual es y se oculta tras un personaje totalmente incapaz para el cargo de presidente de los Estados Unidos, nada más por el degradado estado de su salud mental. Pero precisamente por su degradado estado de salud mental. Y también por su debilidad, por las denuncias pendientes y porque es pasible de chantaje por conflictos de intereses, Biden se muestra como una marioneta en manos de la élite, un títere en manos de personajes ávidos de poder y dispuestos a todo para extender ese poder.

Nos las veremos con una dictadura orwelliana deseada por el estado profundo y la iglesia profunda en la que derechos que hoy consideramos fundamentales serán conculcados con la complicidad de los medios de comunicación de masas.

Me gustaría poner de manifiesto que la religión universal que promueven las Naciones Unidas y la Masonería tiene colaboradores activos en las altas esferas de la Iglesia Católica, cuya autoridad usurpan y cuyo Magisterio adulteran. Al Cuerpo Místico de Cristo, única arca de salvación para la humanidad, se enfrenta el cuerpo místico del Anticristo, como profetizó el venerable arzobispo Fulton J. Sheen. Ecumenismo, ambientalismo maltusiano, pansexualismo e inmigracionismo son los nuevos dogmas de esta religión universal cuyos sacerdotes preparan la llegada del Anticristo antes de la última persecución y de la victoria definitiva de Nuestro Señor. Pero así como la gloriosa resurrección del Salvador estuvo precedida de su Pasión y muerte, la Iglesia también camina hacia su propio calvario. Y del mismo modo que el Sanedrín creía haber eliminado al Mesías al crucificarlo, también la infame secta cree el eclipse de la Iglesia es preludio de su fin. Queda un pequeño resto de católicos fervientes, de la misma manera que a los pies de la Cruz quedaron la Madre de Dios, San Juan y la Magdalena.

Sabemos que el destino del mundo no está en manos del hombre, y que el Señor prometió que no abandonaría a su Iglesia: «Las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella» (Mt.16, 18). Las palabras de Cristo son la roca sobre la que se afirma nuestra esperanza: «Yo estaré con vosotros siempre, hasta la consumación del mundo» (Mt.28, 20).

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