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La pandemia lleva al transporte público de EEUU a una larga depresión

La crisis del coronavirus está llevando al transporte público de Estados Unidos (EEUU) a una larga depresión. Los representantes del sector no quieren realizar más despidos y reducir su oferta, reportó france24 Un ejemplo que ilustra lo que está ocurriendo con el transporte público de EEUU es lo que se ve a diario en el […]

Por Allan Brito
La pandemia lleva al transporte público de EEUU a una larga depresión
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La crisis del coronavirus está llevando al transporte público de Estados Unidos (EEUU) a una larga depresión. Los representantes del sector no quieren realizar más despidos y reducir su oferta, reportó france24

Un ejemplo que ilustra lo que está ocurriendo con el transporte público de EEUU es lo que se ve a diario en el metro de Washington. Apenas cuatro personas están sentadas en el vagón un martes de febrero en horas de la mañana. Esa es una hora pico para la localidad, Sin embargo, desde que estalló la pandemia en marzo, viajar de pie es solo un viejo recuerdo.

En diciembre, la afluencia al metro en la capital federal era todavía un 85,5% inferior a la de diciembre de 2019, y de aquí a dos años el tráfico apenas debe representar un tercio de lo que era antes, según las previsiones de la WMATA, la autoridad local a cargo de los transportes.

Para adaptarse, se había previsto reducir la red a la mínima expresión, con solo un metro cada 30 minutos, cerrar 19 estaciones y despedir empleados. El proyecto fue abandonado… por ahora.
Paul Skoutelas, jefe de la Asociación Estadounidense de Transporte Público (Apta), indicó que en todo EEUU, la pandemia “tuvo un impacto enorme en los presupuestos (…), ya que la afluencia disminuyó drásticamente”.
Habló de un descenso medio del 76% en el segundo trimestre, y de hasta el 90% en algunas redes.

Esta poderosa organización reúne a 1.500 actores privados y públicos del sector -autoridades de transporte, operadores, constructores de material- y representaba, antes de la pandemia, 435.000 empleos directos.

Un dato a considerar es que los centros de las ciudades del país están todavía mayormente desiertos, con 17 millones de estadounidenses aún en el desempleo y muchas escuelas sin reabrir.

Washington, sede del poder político en EEUU y de numerosas organizaciones internacionales, es apenas la sombra de sí misma, sin sus miles de abogados, economistas y lobistas, todos ahora en teletrabajo.

En Nueva York, donde muchos habitantes no tienen auto, el descenso del tráfico del famoso “subway” rondaba, a finales de enero, el 70% respecto al año anterior, según las cifras de MTA, que gestiona los transportes.

Paul Skoutelas destaca que “las ciudades más grandes llaman más la atención (…), no hay ninguna duda de que Nueva York, Washington, Boston, Chicago, Filadelfia, San Francisco, se vieron todas afectadas, muy duramente”,

“Pero eso afecta verdaderamente a todo el país (…), a ciudades de todos los tamaños”, aseguró.

En Kansas City, por ejemplo, municipio de 450.000 habitantes situado en pleno centro de Estados Unidos, el tranvía solo registró 45.780 pasajeros en diciembre de 2020, menos de un tercio de los 161.827 de diciembre de 2019, según la autoridad de transportes RideKC.

Para evitar nuevos despidos y reducciones de oferta, los transportes públicos de Estados Unidos precisarán 39.300 millones de dólares en tres años, anunció recientemente el Apta.

Eso implica el doble de los 20.000 millones inscritos en el plan de estímulo que Joe Biden espera hacer adoptar rápidamente en el Congreso. El sector obtuvo ya 25.000 millones de dólares en marzo, y 14.000 millones más en diciembre.

Las esperanzas se centran ahora en las inversiones en infraestructuras de transportes y en energías verdes, prometidas por el presidente de EEUU, Joe Biden para relanzar la economía, y que deberían detallarse pronto.

El secretario de Transportes, Pete Buttigieg, un antiguo alcalde, prometió de su lado estar cerca de los cargos electos locales.

El temor es que el tráfico no regrese jamás a su nivel anterior: “Nadie tiene una bola de cristal”, pero “es probable que el 20% de las personas, puede que decidan quedarse en casa para trabajar, o puede que algunos días (…) por semana”, lamentó Paul Skoutelas.

 

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