La tragedia de la implosión del Titán, submarino de la empresa OceanGate, que enlutó a cinco familias sigue dando de qué hablar. Expertos y anteriores pasajeros, que habían vivido la experiencia de descender a las profundidades del océano para ver los restos del Titanic, aseguran que era una desgracia avisada.
Stockton Rush, CEO de OceanGate, quien también falleció en el incidente, estaba convencido de que su submarino era seguro. A pesar de que desde 2018, un empleado de la empresa le había advertido que no era así.
En su convencimiento, pasó más de un año tratando de convencer a su amigo Jay Bloom, un inversor millonario de Las Vegas, de viajar con él en Titán. Hasta le hizo una jugosa oferta: rebajar 100,000 dólares en el costo del viaje.
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Rush le insistía que se sumara a su aventura, y que además lo hiciera junto a su hijo adolescente. Le expresaba que era una “emoción única” que recordaría toda su vida.
Ahora, Bloom ha contado a través de sus redes sociales que él fue una de las personas que semanas atrás se arrepintió de ser parte de la expedición. En una especie de confesión reflexiva dio detalles de cómo Rush casi lo convence de embarcarse en este viaje, que no tuvo regreso.
Además de sus palabras, el millonario compartió capturas de los mensajes que mantuvo con el CEO de OceanGate días antes de la tragedia.
Más seguro que cruzar la calle
Bloom relata que tenía presentimientos de que algo malo pasaría, no estaba convencido de la seguridad del submarino al igual que otros empresarios que también desistieron de participar en el viaje.
En febrero, Rush volvió a escribirle al inversor para invitarlo a él, y a su hijo, a formar parte de la expedición inicialmente fijada para el mes de mayo. Sin embargo, la inmersión programada fue pospuesta para junio por detalles de última hora.
En el post de Bloom afirma que le comentó a su amigo las preocupaciones que tenía, ante lo que Rush le respondió que no existía ningún tipo de riesgo. “Estaba absolutamente convencido de que era más seguro que cruzar la calle”, dijo Bloom.
Aseguró que el creador del Titán creía apasionadamente en lo que estaba haciendo. Le aseguró que no habían ocurrido accidentes en submarinos no militares en más de 35 años. Pero a Bloom le preocupaba el uso de aparatos como un joystick de videojuego para controlar la embarcación. Además que el submarino no se podía abrir desde dentro, ni en caso de emergencia.
Por último, el millonario terminó su reflexión deseando el descanso eterno de los cinco tripulantes del Titán, que murieron en la expedición.
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