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En el Mes de la Historia de la Mujer, los Republicanos luchan por la equidad en el campo de juego

Por Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano (NRC) Los Campeonatos Femeninos de Natación y Clavados de la NCAA del 2022 tuvieron lugar en Atlanta, Georgia, la semana pasada, lo que provocó una nueva ronda de angustia. La nadadora de la Universidad de Pensilvania, Lia Thomas, venció el jueves a una medallista de plata olímpica […]

Por Allan Brito
En el Mes de la Historia de la Mujer, los Republicanos luchan por la equidad en el campo de juego
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Por Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano (NRC)


Los Campeonatos Femeninos de Natación y Clavados de la NCAA del 2022 tuvieron lugar en Atlanta, Georgia, la semana pasada, lo que provocó una nueva ronda de angustia. La nadadora de la Universidad de Pensilvania, Lia Thomas, venció el jueves a una medallista de plata olímpica para ganar un título de la División I de la NCAA, y es considerada la “favorita” para otros eventos femeninos por venir. Eso no es sorprendente. Lia, antes del 2019 se llamaba William y ocupaba el puesto 462 entre los nadadores masculinos del país. Ahora identificándose como mujer, la nadadora ha batido récords de natación en todo momento y pronto podría ser la mejor nadadora compitiendo en la división femenina en la historia de la NCAA.

 

Thomas se ha convertido en el rostro del debate sobre los atletas transgénero, pero la misma historia se desarrolla en todos los Estados Unidos. Las atletas que han dedicado su vida a su deporte están viendo sus oportunidades borradas por los hombres que llegaron a dominar su campo. Esto es indignante. Enfrentar a mujeres contra hombres y pretender que sigue siendo una competencia justa es una burla en contra de los deportes femeninos y deja sin piso la razón fundamental por la cual el atletismo está separado por sexo.

Consideremos Connecticut, donde las deportistas de alto rendimiento en atletismo de la escuela secundaria se vieron obligadas a competir contra los hombres. Como resultado, perdieron medallas, títulos estatales y otras victorias que deberían haber ganado. De hecho, desde que la Conferencia Atlética Inter Escolar de Connecticut comenzó a permitir que los hombres que se identifican como niñas compitan en deportes femeninos, dos atletas masculinos han obtenido 15 títulos estatales que antes tenían nueve niñas diferentes. No solo los corredores de Connecticut se ven afectados. Uno de estos atletas masculinos ganó la carrera de 200 metros lisos para mujeres en un campeonato inter escolar, que atrae a competidores de toda la región de Nueva Inglaterra.

 

Y en 2019, el título nacional de la División II de la NCAA en los 400 metros con vallas para damas, fue para un atleta masculino que compitió en el equipo de los varones durante tres años. Como resultado, a las atletas femeninas les robaron descaradamente su lugar en el podio.

 

Además, tenemos a Madison Kenyon, una estudiante de segundo año en la Universidad Estatal de Idaho, y Mary Kate Marshall, estudiante de tercer año, quienes compiten en los equipos femeninos de campo traviesa y atletismo de su universidad. La noticia de que estarían compitiendo contra un hombre biológico, que había competido anteriormente en el equipo masculino, provocó una batalla legal en defensa de que haya una competencia justa, que aún se está abriendo camino en el sistema judicial.

 

Cada una de estas historias tiene una cosa en común: el sistema les falló a estas niñas. Se supone que leyes como el Título IX protegen los deportes femeninos y brindan a las atletas igualdad de condiciones. Pero cuando las mujeres se ven obligadas a competir contra los hombres, el ganador resulta obvio, incluso antes de que comience la carrera. Es biología simple. Independientemente de cómo se identifique un atleta, los hombres suelen ser más grandes, rápidos y fuertes que las mujeres. Tienen corazones más grandes, pulmones con mayor capacidad, huesos más densos y músculos más fuertes, lo que les da más potencia y mayor resistencia. Ninguna cantidad de supresión de testosterona puede cambiar esto.

 

Pero los políticos de extrema izquierda y la clase charlatana se niegan a reconocerlo. A pesar de toda su fanfarronería sobre el feminismo, la igualdad y el empoderamiento de las mujeres, están traicionando a las atletas cuando sus derechos están realmente bajo ataque. Joe Biden cedió a la extrema izquierda y despertó a los activistas que quieren que los hombres biológicos compitan en los deportes femeninos. En su primer día en el cargo, Biden firmó una orden ejecutiva que pide a las escuelas de todo el país que permitan a los estudiantes competir en el deporte correspondiente a su “identidad de género.” Mientras tanto, los grandes medios corporativos se han negado a cubrir a las verdaderas víctimas de todo esto: las mujeres excluidas de sus propios deportes.

Mientras las élites liberales les fallan a nuestras hijas, los Republicanos luchan para salvar los deportes femeninos. Hasta ahora, los legisladores han aprobado leyes que protegen el atletismo femenino en nueve estados, y se han presentado proyectos de leyes en 26 más. El tema también ha cobrado fuerza a nivel nacional, con legisladores Republicanos, como la senadora Marsha Blackburn, que abogan por una legislación que proteja a las mujeres y niñas de verse obligadas a competir contra hombres, que afirman ser del sexo opuesto. Los Republicanos seguirán luchando para preservar las oportunidades deportivas y las becas para atletas femeninas, tanto a nivel estatal como federal.

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