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Estudio revela que los niños son presa fácil de las redes sociales

Más del 70 por ciento de los niños de entre 6 y 11 años tiene un perfil en alguna red social. A los 10 años, el 25 por ciento de los menores tiene un teléfono celular. A nivel global, uno de cada tres internautas es un niño, según UNICEF. El periodista David Ruipérez ha publicado […]

Por Allan Brito
Estudio revela que los niños son presa fácil de las redes sociales
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Más del 70 por ciento de los niños de entre 6 y 11 años tiene un perfil en alguna red social. A los 10 años, el 25 por ciento de los menores tiene un teléfono celular. A nivel global, uno de cada tres internautas es un niño, según UNICEF.

El periodista David Ruipérez ha publicado el libro Mi vida por un like, en el que analiza el fenómeno de los niños influencers y youtubers, así como del “abuso” que hacen de las redes sociales.

Psicólogos, pedagogos y abogados evalúan en esta obra la “cara B” del fenómeno que “atrapa” a millones de niños que disfrutan con los videos de sus ídolos en Internet.

Según algunos estudios recogidos en la obra, más del 70 por ciento de los niños de entre 6 y 11 años tiene un perfil en alguna red social. A los 10 años, el 25 por ciento de los menores tiene un teléfono celular. A nivel global, uno de cada tres internautas es un niño, según UNICEF.

 

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“Hemos observado que, de repente, hay un fenómeno social brutal: vivimos en las redes sociales. Los influencers y los youtubers se han hecho más famosos que Cristiano Ronaldo o Messi. Son los ídolos de nuestros hijos, y los padres andamos muy perdidos en las redes sociales, no sabemos el mensaje que le están transmitiendo. Su influencia, en realidad, es más negativa que positiva”, asegura el periodista en una entrevista con Europa Press.

En la “edad dorada” del postureo y la felicidad artificial, Ruipérez advierte que los menores usan las redes sociales como principal medio para relacionarse, pero la sobreexposición y la búsqueda de “Me gusta” o “likes” para las fotos y los videos que cuelgan “llega a obsesionarlos”.

“Se producen comportamientos de adicción total a redes sociales porque es una vida virtual paralela. Si no te gusta tu vida normal, puedes cambiarla completamente: puedes ser más guapo, parecer más inteligente, pones tus mejores fotos y copias comentarios de filósofos. Todo es falso. Puedes llevar una vida ideal que no es la tuya”, explica, recordando que este fenómeno puede “llevar a la frustración porque esa no es la realidad”.

Ruipérez considera que este es un comportamiento “insano“, en el que “puede llegar a deprimir ver que, aparentemente, todo el mundo es súper feliz”. “Te hace que, por comparación, te sientas mal. Tus miserias las llevas por dentro y tampoco te ayuda eso. En personalidades vulnerables, como las de los adolescentes, puede haber muchos problemas, por ejemplo, con la propia imagen: ven que todos son delgados, altos, guapos, con abdominales y ellos no lo son”, relata.

“Nuestros hijos, como nosotros, vivimos pendientes de lo que pasa en una pantalla de seis pulgadas. Los vemos con el celular en la mano sin saber si está viendo cómo fabricar un bolso con unos retales, los looks que son tendencia, a unos fanáticos degollando a un inocente o videos de personas que se caen y casi quedan parapléjicos. Estamos muy ciegos, aunque nos mostremos tranquilos porque está en el sofá de casa y no en un banco de la calle haciendo botellón”, detalla.

La vida por un “like”

El periodista cuenta que esa ansiedad por triunfar lleva a los jóvenes a situaciones peligrosas o comprometedoras. “¿Hasta qué punto llegan para conseguir un like? El otro día, un chico se tiró con un paracaídas desde un 15º piso para triunfar en YouTube. El suicidio está a la orden del día. Les nubla la razón hasta el punto de hacer cosas peligrosas donde exponen propia vida y, por otra parte, es una forma fácil de hacer seguidores”, señala.

En este sentido, recuerda que en las chicas “la vía más rápida” para ser exitosa en Internet es “quitarse la ropa”. “Muchas famosas lo hacen, pero son mayores de edad. El problema es que una niña de 12 años tenga que salir en sujetador para ganar 500 seguidores”, lamenta. Además, incide en que los comentarios de esas fotos pueden ser “la esencia de la crueldad humana”.

“Hay muchos que son hirientes y pueden destrozar completamente la salud mental del adolescente. Es terrible cuando una chica que a sus 15 años simplemente pone una foto de su nueva camiseta recibe ataques injustificados como ‘estás gorda’ o ‘eres repugnante’. Lo que reciben en forma de desaprobación social puede llevar a una depresión”, alerta Ruipérez.

Los famosos “youtubers”

En su libro, Ruipérez también aborda el fenómeno de los niños youtubers, que puede ser un lucrativo negocio familiar. Este caso se observa, por ejemplo, en el estadounidense “Ryan ToyReview”, que facturó este año cerca de 20 millones de euros solo por comentar y jugar con juegos y juguetes.

El periodista advierte que el tiempo que deben dedicar a los videos y la fama, en el caso de lograrla, tiene un “impacto muy negativo” en su desarrollo emocional. Al fin y al cabo, tal y como recuerda, es lo más parecido al trabajo infantil. Lo que empieza como un “juego” para el niño, puede suponer un estrés añadido y una presión “insostenible” cuando se “profesionaliza” esta actividad.

“Hay numerosos ejemplos de niños prodigio del cine, la televisión o la música que acaban renegando de ese pasado de éxito que les privó de vivir una infancia normal, o acaban como juguetes rotos sumidos en un fracaso laboral o presos de las adicciones. Los niños con millones de seguidores en las redes sociales puede que no sepan digerir la fama más adelante”, rememora.

El periodista considera que los niños quieren ser youtubers porque idolatran a otros niños youtubers. “Ven a gente más o menos de su edad con la que se identifican, pero cuando eso empieza a generar dinero, entran los padres y se monta una especie de entramado alrededor, eso es un trabajo”, afirma.

Cuando esta situación comienza a dar “mucho dinero”, alerta a los padres y “se corre el riesgo de que el niño sea el sustento de la familia”. En un principio puede parecer genial, pero recuerda que “¿cuándo eso desaparece, qué pasa?”. “Cuando un niño con seis o siete años tiene mucha popularidad y en edades más avanzadas ya no, ¿qué pasa?”, se pregunta.

“Puede influir mucho en su desarrollo emocional, tanto si le va muy bien como muy mal esto. La fama les puede afectar muchísimo, lo hemos visto a lo largo de la historia con otros “niños prodigio”, les puede destrozar la vida. Profesionalizar esta actividad, para un niño puede suponer un trauma y problemas para su desarrollo emocional y, por supuesto, también su rendimiento académico”, concluye.

Fuente: DiariolasAméricas

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