Opinión, Política

Pedro Corzo: Rafael Acosta Arévalo ¡Presente!

Es justo recordar que en muchos de los actos celebrados en el presidio político cubano, también en el exilio, se hace un pase de lista de algunos de los caídos en la lucha, llamado, que los asistente responden con un firme presente, razón por la cual evocamos de igual manera a la más reciente víctima venezolana […]

Por Allan Brito
Pedro Corzo: Rafael Acosta Arévalo ¡Presente!
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Es justo recordar que en muchos de los actos celebrados en el presidio político cubano, también en el exilio, se hace un pase de lista de algunos de los caídos en la lucha, llamado, que los asistente responden con un firme presente, razón por la cual evocamos de igual manera a la más reciente víctima venezolana del castro chavismo, el torturado y asesinado capitán de corbeta, Rafael Acosta Arévalo.

Por Pedro Corzo

Es una honra para todos que la reacción al asesinato de Acosta Arévalo no se haya hecho esperar. El repudio internacional ha sido rotundo y es de suponer que los crímenes de Nicolás Maduro no queden impunes y los gobiernos comprometidos con la democracia y respeto a la dignidad humana actúen en consecuencia.

El régimen castro chavista  está derivando hacia una mayor criminalidad. Es evidente que su política de tolerancia cero a la oposición está en alza, que no basta con la judicialización de los críticos como testimonia el asesinato del oficial Acosta, precedido, entre otros, por la oscura muerte del concejal de Caracas, Fernando Albán, 2018, quien según la versión oficial se suicidó en la sede la policía política. 

Todos los tiranos, Maduro es uno de ellos, gustan acumular víctimas. Son dados a llenar las cárceles y asesinar a las personas que disientan de sus propuestas, o que les disputan el poder, no obstante, hay que reconocer que estos delincuentes ejecutan sus crímenes con diferentes modales, aunque compiten en la crueldad extrema con la que lo realizan.

Hay asesinos como los hermanos Castro y Ernesto “Che” Guevara que  ensamblaron  en Cuba una caricatura de legalidad para ejecutar a sus martirizado, lo que no significa que los victimarios del castrismo sean remisos al asesinato vulgar o a la tortura física, de eso y mucho más, han padecido los cubanos en estos sesenta años.

El totalitarismo insular aunque celebraba juicios con sentencias previamente dictadas o fusilaba y después juzgaba, la mayoría de las veces ha procurado que sus espurios tribunales simulen un proceso judicial, si bien nunca respetaron el debido proceso, como han testimoniado miles de personas a través de los años.

El castrismo instrumentó su legalidad y sus tribunales revolucionarios para darle al proceso de victimización en la isla una apariencia de derecho que nunca ha existido. Esos falsos procesos judiciales han sido la base para que numerosos académicos, políticos y dirigentes sociales, dispuestos a ser engañados,  continúen convencido de que en Cuba se hace justicia y sigan aceptando como legítima la expresión guevarista de “Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”.

Por su parte el régimen de Nicolás Maduro, sin ser menos sangriento que su par cubano, tiene prácticas criminales diferentes que propician el escándalo y la denuncia internacional, amén de que nunca ha contado con la cortina de perdón y compresión que ha disfrutado el totalitarismo cubano desde el primer día que llegó al poder.

Los esbirros venezolanos sin duda alguna han hecho gala de una mayor torpeza que sus pares castrista a quienes nunca se les hubiera ocurrido conducir hasta un juez, por partidario que este fuera del régimen, a un preso brutalmente golpeado y al borde la muerte, un suceso  que debe  estrechar el cerco democrático a la dictadura sudamericana y a su aliada cubana.

La asesoría de funcionarios, militares y agentes represivos del castrismo en las gestiones del régimen de Nicolás Maduro es innegable, como también lo son las indicaciones de los esbirros cubanos en la violación de los derechos humanos de ciudadanos nicaragüenses y venezolanos. El gobierno castrista ha transformado a Cuba en un alto centro de estudios del crimen político y la represión policial, en consecuencia es culpable de las violaciones de sus discípulos.

Es tiempo más que suficiente que una concertación de países ayude al pueblo venezolano a romper las cadenas que le oprimen. El castro chavismo no va a cambiar, su conducta más que sus palabras son iguales a las que profiriera Guevara en Naciones Unidas en 1964, Maduro diría como su igual Guevara, “Estamos torturando y seguiremos matando, mientras sea necesario”…

Periodista
(305) 498-1714

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