Opinión

María del Carmen Taborcía: Pensamiento divergente

Lo que existe a través de la actividad intelectual forma parte del pensamiento. Este es un producto de la mente que surge a partir de la actividad racional del intelecto o de las abstracciones de la imaginación. Por María del Carmen Taborcía Es posible distinguir entre diversos tipos de pensamiento: el deductivo, el inductivo, el sistemático, el crítico y el […]

Por Allan Brito
María del Carmen Taborcía: Pensamiento divergente
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Lo que existe a través de la actividad intelectual forma parte del pensamiento. Este es un producto de la mente que surge a partir de la actividad racional del intelecto o de las abstracciones de la imaginación.

Por María del Carmen Taborcía

Es posible distinguir entre diversos tipos de pensamiento: el deductivo, el inductivo, el sistemático, el crítico y el analítico.

El divergente, es aquel que discrepa, que es discordante. El pensamiento divergente o también denominado pensamiento lateral, consiste en la búsqueda de alternativas o posibilidades creativas y diferentes para la resolución de un problema. Este tipo de pensamiento se encuentra relacionado más con la imaginación que con el pensamiento lógico-racional.

El pensamiento lateral (del inglés lateral thinking) es un término que fue acuñado por Edward de Bono, escritor y psicólogo de origen maltés, egresado de la Universidad de Oxford, que en su libro New Think: The Use of Lateral Thinking publicado en el año 1967, se refiere a la técnica que permite la resolución de problemas de una manera indirecta y no ortodoxa.

Para de Bono, el pensamiento lateral puede desarrollarse con el entrenamiento de métodos que ayuden a mirar un mismo objeto desde diferentes puntos de vista. Reconoce también tres grandes tipos de obstrucciones del pensamiento: la falta de información, el bloqueo mental y el peso de lo obvio.

Por lo general, nuestro cerebro tiende a relacionar los datos que percibe en su entorno para encontrar explicaciones lógicas y racionales. Ejemplo: Esta mañana se me cayó un pendiente en el café. Y aunque la taza estaba llena, el pendiente no se mojó. ¿Cómo es posible?

A simple vista, nuestro cerebro asume que el término café hace referencia a la bebida; pero es un error. Usando el pensamiento divergente podemos interpretar que el pendiente no cayó dentro de la taza, sino dentro de la cafetería, que también recibe el nombre de café; o que simplemente el café de la taza era en grano.

Con el pensar de manera lateral se puede fraccionar el patrón natural o habitual que limita las soluciones posibles; y nos permitiría obtener ideas innovadoras o creativas para resolver problemas. El pensamiento divergente supone un motor de cambio personal y social.

¿Será necesario que empecemos a tener otro enfoque mental más fluido, basado en la curiosidad y en el inconformismo sobre la construcción política actual de nuestros Estados? ¿Debemos los ciudadanos romper los modelos existentes, creando nuevas formas socio-políticas menos vulnerables a la corrupción y al abuso de poder?

@taborciamaria

María del Carmen Taborcía es abogada y escritora  argentina, con estudios en comercio exterior y mediación. Ha sido docente universitaria y conductora y moderadora de programas radiales en su natal Buenos Aires. Es la autora de Poesía en los Tilos entre otros libros.

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