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Partido de fútbol habría detonado desastre del coronavirus en Italia

En la tarde del 19 de febrero, Andrea Pontiggia se dirigía desde Bérgamo, Italia, al partido de fútbol de su vida, junto con 40.000 personas más. Por redacción MiamiDiario Ese nuevo coronavirus, que apenas se había detectado en Italia en ese momento, era lo último que se les pasaba por la cabeza, reportó Elconfidencial. Toda […]

Por Allan Brito
Partido de fútbol habría detonado desastre del coronavirus en Italia
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En la tarde del 19 de febrero, Andrea Pontiggia se dirigía desde Bérgamo, Italia, al partido de fútbol de su vida, junto con 40.000 personas más.

Por redacción MiamiDiario

Ese nuevo coronavirus, que apenas se había detectado en Italia en ese momento, era lo último que se les pasaba por la cabeza, reportó Elconfidencial.

Toda la ciudad parecía haberse echado a la carretera. Tras 48 años siendo seguidor del equipo local de fútbol profesional de Bérgamo, un modesto equipo llamado Atalanta, ni el señor Pontiggia ni su ciudad natal habían visto nunca nada parecido. Atalanta era una especie de Cenicienta del fútbol europeo, y ahora tenía una cita en el torneo más prestigioso de ese deporte, la Liga de Campeones. De hecho, el partido se había trasladado a Milán para la ocasión.

El estadio, San Siro, tenía suficiente espacio en las gradas para el doble de ‘bergamaschi’ (bergamascos) que el estadio del Atalanta, y los aficionados italianos tenían la intención de abarrotar todos los asientos disponibles. Ninguno de ellos había escuchado aún las palabras ‘distanciamiento social’.

“Todo estaba abarrotado. Las carreteras, todos los alrededores, el estadio”, explica el señor Pontiggia, de 55 años, que tardó casi tres horas en completar el viaje de 56 kilómetros hasta San Siro. “Era prácticamente una ciudad entera la que se estaba yendo a Milán. Fue increíble, increíble”.

También fue un desastre epidemiológico. Los seguidores del Atalanta estaban entrando en una caja de Petri (recipiente de cierre hermético para cultivar bacterias). En un solo evento de masas, estaban a punto de probar cómo los eventos deportivos podían acabar convirtiéndose en el epicentro de una pandemia global.

En ese momento, el coronavirus ya se estaba propagando a través de un número indeterminado de portadores asintomáticos; 40.000 hinchas de fútbol abrazados y saltando eran el vector perfecto. Ahora, los expertos están convencidos de que la victoria por 4-1 del Atalanta sobre Valencia fue un catalizador para convertir Lombardía en una de las regiones más castigadas del planeta.

El coronavirus estaba tan presente dentro del estadio esa noche que una vez que el Valencia regresó a España, el 35% de la comitiva que hizo el viaje acabó dando positivo.

Dos semanas después del 19 de febrero, hubo una increíble explosión de casos, explica el Dr. Francesco Le Foche, un inmunólogo a cargo de enfermedades infecciosas en el Policlínico Umberto I en Roma. “El partido jugó un papel muy importante en la difusión del coronavirus en toda Lombardía y en Bérgamo en particular”.

Para el resto del mundo, el Atalanta-Valencia se erige como una advertencia, en particular para las partes de EEUU donde el distanciamiento social no es la norma. Aunque es imposible precisar el momento de la transmisión e Italia no ha contabilizado cuántas personas que dieron positivo asistieron al partido, hay consenso entre los epidemiólogos de que estas reuniones masivas actúan como aceleradores de la infección.

Mientras que las ligas deportivas europeas sopesaban jugar partidos a puerta cerrada, en EEUU, tras los primeros casos detectados, las canchas siguieron llenas durante días.

Para el Atalanta, antes del partido, había pocas pistas de lo que se venía encima. El coronavirus había llegado desde Munich a finales de enero, según las autoridades, y se extendió silenciosamente y de poco en poco por la región circundante de Lombardía.

El día del partido, a mediados de febrero, los casos en Italia se consideraban todavía rumores y las autoridades podían permitirse las medias tintas. El encuentro entre el Atalanta y el Valencia fue autorizado con normalidad. Alrededor de Europa y al otro lado del Atlántico, la mayoría de los deportes no considerarían la posibilidad de suspender sus horarios hasta semanas después.

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